El valor de don Quijote
Normalmente, no me suelo dejar influir por los años conmemorativos. Me suele parecer una tonterÃa acordarse de Velázquez un año, para seguir ignorándolo el resto de tu vida. Aún asÃ, lo veo útil para la gente que es demasiado perezosa para buscar por sà mismos por las distintas ramas de la cultura, e incluso puede que imprescindible, dada la imposibilidad de acordarse de cada escultor, polÃtico o escritor.
Este año ha sido el del Quijote. El empacho, seguido de cierta animadversión, que normalmente me suele provocar la repetición durante todo un año de un mismo tema, esta vez no ha podido con un sentimiento más fuerte: el remordimiento que sentÃa desde hace tantos años por no haber leÃdo la obra cumbre escrita en mi lengua. Abatido por tanta presión, al final decidà leerlo. Disfruté mucho con él, porque adoro cuando una obra te traslada a una época determinada, y este libro tiene mucho de eso (también es cierto que ciertos pasajes los encontré muy áridos).
Pero yo querÃa hablar sobre la figura de D. Quijote. Desde que se escribió, el ingenioso hidalgo ha servido de ejemplo e inspiración a los idealistas de todas las épocas. Este año se han podido observar en las noticias muchos ejemplos de ello, como un grupo de policÃas sudamericanos que se identificaban con el caballero en su tarea de desfacedores de tuertos. (Incluso el mismo Homer Simpson afirma ser como “ese tipo español”).
¿Pero es este viejo loco tan buen ejemplo? En su afán justiciero, el caballero recurre pronta y temperamentalmente a la violencia como medio para solucionar los problemas (tras el primer intento fallido del monólogo). Además, ni una sola de sus empresas tiene buen resultado. O fracasa estrepitosa y dolorosamente, o tiene éxito, causando gran perjuicio a buenas y honradas personas.
Entonces, ¿por qué cautiva e inspira a tantas personas? Yo pienso que la clave que D. Quijote, loco, necio y malparado, posee cierto heroÃsmo. No el heroÃsmo de la victoria, sino de aquél que derrotado una y otra vez se vuelve a levantar y vuelve a partirse la cara en defensa del débil y de la justicia. Porque tantas veces aquél que vence es aquél que no tenÃa razón.
Y eso hoy, cuando los idealistas sufrimos de derrotismo, tiene mayor valor que nunca. A nosotros, que hemos visto como la lucha de nuestros ideales ha sido ahogada o comprada por intereses económicos, aplastada por horribles dictaduras de derechas, o traicionada por monstruosos dictadores que actuaban o actúan en nombre de la izquierda, nos gustarÃa poder decir “No te preocupes Sancho, amigo. Que aunque de esta empresa hayamos salido maltratados, apaleados y malparados, pronto nos recuperaremos de nuestros molimientos, y yo te prometo que entonces, Dios lo quiera, plantaremos la más descomunal batalla que jamás narrador haya contado”.
—
Este comentario y el de otros libros se puede encontrar en http://www.assamita.net/libros.php