Caminando por sendas peligrosas
A quién no esté metido en los movimientos de polÃtica de la “Internet Profunda”, o no esté familiarizado con la radio COPE, o los libros de César Vidal o PÃo Moa, sin duda le resultará extraño que hoy haya quién defienda a Franco en voz alta y clara, e inverosimil que un periódico como El Mundo publique un alegato a favor de la dictadura. Si ya el artÃculo lo escribe su director, la sorpresa se torna en preocupación.
Nos alaba Pedro J., “en un ejercicio de honestidad intelectual” el régimen franquista, como sÃmbolo de estabilidad- como si esto de por si solo fuera una virtud- frente a la “tumultuosa Segunda República”, y minimiza la importancia de la represión, encarcelaciones y ejecuciones de lo que era, no nos olvidemos nosotros, una dictadura fascista.
Lo más paradójico es que la derecha está pasando de luchar arduamente por librarse del estigma del franquismo, repudiándolo en favor de una democracia liberal, con valores conservadores- si tal cosa es posible- a justificarlo, simpatizar con él e incluso, como en este caso a ensalzarlo. Como quien avergonzado de haber renegado su padre, corren a abrazarlo reconciliadoramente. Flaco favor para los demócratas auténticos que de corte conservador debe haber.
Pero, como sugiere este tÃtulo, son sendas peligrosas. En primer lugar, porque si con una mano justificas a Franco por salvar a España del caos y el separatismo, y con la otra predicas precisamente el caos y el separatismo que asolan en la actualidad, sólo te queda juntar ambas manos para sugerir una salida muy poco conveniente a la situación.
Si a eso uno la polarización que la polÃtica está tomando, mirarÃa al futuro casi con miedo, de no ser porque viendo a la gente hoy no me la imagino cogiendo un fusil para defender sus ideales. Afortunadamente.
Pero también es senda peligrosa para aquél que la ha tomado. Porque cuando los vientos vuelvan a soplar en otra dirección, las vergüenzas de Pedro J. quedarán exhibidas (esta vez figuradamente), al haberse posicionado como franquista. Y eso se lo puede permitir Jiménez Losantos, pero para alguien que ha vivido de la imagen de persona moderada equivale a cortar los puentes que llevaban de vuelta a la senda de la cordura.
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