Lapidario: desigualdades
Hoy el 20% de los más ricos gana bastante más que el 20% de los más pobres.
Mariano Rajoy, en el primer debate electoral de 2008.
Hoy el 20% de los más ricos gana bastante más que el 20% de los más pobres.
Mariano Rajoy, en el primer debate electoral de 2008.
Sé que muchos lo habéis visto ya. Me refiero al chiste:
– ¡Coño! ¡Qué malo eres en matemáticas!
– ¡Coño! ¡Qué malas son las mujeres en matemáticas!
Es curiosa la tendencia a la generalización que tenemos, y en la que muchas veces caemos sin darnos cuenta. No sólo con mujeres.
Por ejemplo, si conocemos a un francés que bebe mucho, solemos pensar “Joder, cómo beben los franceses”. Aunque tengamos amigos españoles más bebedores, nunca solemos extender estas caracterÃsticas a los españoles.
Si conocemos a un inglés malhablado, podemos pensar “Pues los ingleses no son tan finolis como se dice”, como si un sólo caso particular nos sirviera para romper una regla general (que no es más que otro prejuicio).
Por algún motivo, tendemos a relacionar caracterÃsticas que nos llaman la atención, pero no tienen porqué estar unidas. Ser americano, negro, judÃo, rapero, banquero, pacense, linuxero, albañil,… con cualquier caracterÃstica que nos llame la atención del sujeto en cuestión.
La inferencia estadÃstica es la base que usamos para cualquier generalización, ya sea de certeza absoluta (si toco el fuego, me quemo), como de gran probabilidad (en principio de mes se forma caravana). Necesitamos ese mecanismo para establecer normas que nos permitan predecir problemas. Lo que es curioso es que la apliquemos cuando la muestra es ridÃcula (1 de cada 1 homosexual que conozco canta muy bien).
Aparte de esto, este chiste nos muestra otro hecho curioso. Parece que se supone que ser hombre es la opción normal, la de por defecto. Luego ser mujer es una caracterÃstica que diferencia de la norma. ¿Esto lo aplican sólo los hombre o también las mujeres?
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